Historias de un Gastronómada


Foto | Rafa Prades con Juanjo del restaurante Cocinandos (León)

Recientemente, Dani (@Pintxo) en su entrada La biblioteca de cocina de Rafa Prades comentaba:

Yo lo veo un poco como un nómada de la gastronomía, no duda en viajar si hace falta conocer un buen restaurante o repetir en algún otro

Después de pensarlo varias veces consideré que quizás tenía razón ¿soy un gastronómada? Empecemos por definir ese “bonito palabro” que no contempla la RAE:

Gastronómada es un término acuñado por el escritor, periodista e ilustre gastrónomo francés Maurice-Edmond Saillant, más conocido como Curnonsky: el príncipe de los gastrónomos. Este término se aplica al viajero que, al simple placer del viaje, añade el deleite del buen yantar. Curnonsky murió el 22 de julio de 1956, casi un mes antes de que yo naciera.

Mi relación con la gastronomía, en mis primeros cuarenta y cuatro años de vida, se puede clasificar en dos entornos: la gastronomía en casa y fuera de ella.

La gastronomía en casa, primero fue la de mi madre y mis recuerdos están en esta entrada del blog: Recuerdos con aroma y sabor ¡un homenaje a mi madre! y luego la mía propia a base de estudiar y aprender de los libros, revistas, televisión…

La gastronomía fuera de casa, en dicha época, no tenía mayor relevancia: comidas en comedores escolares (mejor no hablar de ellos), comidas familiares de cumpleaños, bodas… (para pasar un rato agradable) o comidas de empresa (para agradar al cliente o pasarlo bien con los compañeros). De todas estas comidas hay dos que recuerdo especialmente, por ser diferentes:

Una cuando era joven y participé en un concurso de formación profesional y la multinacional donde trabajaba nos invitó a una comilona de lujo en un gran hotel de Madrid y para el postre nos trajeron una clásica Tarta Alaska -no se me olvidará-. La otra ocasión fue cuando hice mi primer viaje de empresa en solitario a Salamanca, a resolver unos problemas técnicos, y fui con gastos pagados a buenos restaurantes de la ciudad. También recuerdo mi primer menú degustación en Valencia, hace muchísimos años pero eso es otra historia.

Hoy, después de leer estas experiencias, he llegado a dos reflexiones que son perfectamente discutibles:

  • Para poder apreciar plenamente un plato hay que tener una edad y una cultura gastronómica.
  • Una buena comida hay que compartirla; alguien a quien mirar a los ojos, alguien a quien escuchar…

En los siguiente años y hasta el día de hoy, mi concepto y vivencias alrededor de la gastronomía han cambiado. El año 2000, último año del siglo XX, significó mucho para mi en varios aspectos, tanto a nivel personal como profesional. En aquella época participé en AComer, una Guía Gastronómica de la comunidad virtual de Pobladores. Visitaba restaurantes y compartía la experiencia con otras personas de la red. En el 2007 decidí continuar la labor en AComer con un blog propio donde seguir compartiendo recetas y vivencias gastronómicas.

Los viajes de vacaciones tenían ya varios componentes que combinaba con la fotografía: unos culturales (museos, monumentos, paseos urbanos…), otros para contemplar y sentir la naturaleza a través de rutas de senderismo y por último los enogastronómicos (visitas a restaurantes y compra de productos locales).

Imagen | Rafa Prades – Cultura, Naturaleza y Enogastronomía. Historias de un gastronómada

Sin embargo fue en un viaje a Galicia en el año 2008, después de asistir al Fórum Santiago, cuando el componente enogastronómico cobró más importancia y empecé a recorrer otra categoría de restaurantes como Casa Marcelo o Toñi Vicente. A partir de ese viaje ya planificaba qué restaurantes quería visitar y hacía un circuito turístico: Toledo (Adolfo, Locum, El Bohío), Euskadi (Arzak, Akelarre, Martín Berasategui, Mugaritz…), León, Zamora y Madrid (Cocinandos, Vivaldi, Rincón de Antonio, Coque…) y el último en el que hicimos un circuito pasando por Benavente (El Ermitaño), Asturias (Casa Gerardo, Casa Marcial, El Barrigón de Bertín…) y La Rioja (Echaurren y el Portal de Echaurren).

También aprovecho mis viajes a cursos de cocina, para asistir a restaurantes como Skina en Torremolinos o ICHO BCN y Neichel en Barcelona. Estas visitas no impiden que siga disfrutando de esos pequeños y humildes locales donde se puede saborear una cocina de toma pan y moja o de un bocadillo en la cuneta de un sendero.

Después de todo esto quizás tenga que confesar:

Padre, me acuso de ser un gastronómada

aunque creo que no lo haré 😉

Si piensas que tú también eres un gastronómada te recomiendo la lectura del artículo ¿Eres un gastronómada? de Juani Trujillo en Directo al Paladar.

Esta entrada fue publicada el 16 de agosto de 2010 en nuestro blog Gastronomía con los cinco sentidos.

2 Respuestas a “Historias de un Gastronómada

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