
Mi primer encuentro con la cocina gallega fue en Madrid, cuando era crío. Los mejillones y el pulpo fueron los primeros platos que saboreé. Recuerdo dos sitios a los que mis padres nos llevaban en las noches de algún sábado: La Ría, en Tirso de Molina, un lugar donde la decoración de las paredes del local era a base de conchas de mejillón, el otro era Casa Lalín (La Casa del Pulpo) en la escalinata de la Plaza de la Ópera, con los años me enteré que el nombre de la plaza era la de Isabel II.
De adulto han sido frecuentes mis viajes a Galicia, tanto de vacaciones, como asistencia a Foros Gastronómicos o caminando por sus mágicos parajes a través del Camino de Santiago, un camino al interior de uno mismo. En todos estos viajes he disfrutado y degustado de su gastronomía, desde la popular en cualquier casa de comidas, donde te sacan el pote para que te sirvas, hasta la de autor en restaurantes reconocidos por algunas de las guías más emblemáticas.
En alguno de estos viajes cayó en mis manos un libro de Cocina Gallega, donde lo más interesante, al contrario que en otros, era el prólogo. Un prólogo de algo más de cincuenta páginas en el que se hace un exhaustivo recorrido por la historia de la cocina gallega. El prólogo empieza así:
Le escuché decir una vez a un gran gourmet que si todos los hombres se nutren, solamente unos pocos saben comer, y añadía que es con la reflexión, con el pensamiento, como debemos elegir nuestros platos, y con la imaginación degustarlos, ya que sin imaginación toda la alimentación del hombre podía reducirse, seguramente a unas pildoras…
El autor de este prólogo no podía ser otro que el polifacético Álvaro Cunqueiro, novelista, poeta, dramaturgo, periodista y gastrónomo. Considerado como uno de los grandes autores gallegos. Nació en Mondoñedo (Lugo) hace cien años, en 1911. Con motivo del centenario de su nacimiento, se ha celebrado el día 26 de noviembre un homenaje en Santiago de Compostela donde han participado Miguel Vila, Manuel Gago, Antonio Portela, Iago Castrillón, Pedro Roca, Marcelo Tejedor, Flavio Morganti, Chef Rivera… en lo que se ha denominado Cunqueiro e a gastronomía galega: unha homenaxe.
Quiero unirme a este homenaje a Cunqueiro con un fragmento de su obra recopilado por Miguel Vila Pernas en la Antoloxía Gastronómica e Literaria: Na mesa con Cunqueiro:
Instrucciones para nobles caballeros
El hombre que anda a coitos ha de usar, según Lobera, manjares que aumenten la virtud y simiente, que son HUEVOS, HÍGADO DE GALLINA, alguna PERDIZ nueva, buen VINO grueso y dulce… Y además ha de traer consigo “cosas que huelan bien e aromáticas, y duerma lo que pudiera”. Es decir, que cuando en Toledo se ve a un hidalgo que manda que le pongan en la tabla un REVUELTO DE HUEVOS CON MENUDOS DE GALLINA, y en especial higadillos, y después un PERDIGÓN ASADO, y que le pongan al lado una GARRAFA DE GETAFE del llamado pajarete, y que el paje le llene los bolsillos y bocamangas con hortelano y romero, y ramillas de madreselva y claveles deshojados, ya sabemos todos que está dispuesto salir de coito, entrando en casa de su Amarilis o Filis bien dispuesto.
Artículo publicado por Cunqueiro en la revista Bazaar y recopilado con otros en el libro La Bella del Dragón (Tusquets Editores).
Con mi próximo viaje a Galicia a principios de 2012 completo mi homenaje a Álvaro Cunqueiro.
Esta entrada fue publicada el 27 de noviembre de 2011 en nuestro blog Gastronomía con los cinco sentidos.
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