
Que duda cabe que el plato preferido por los españoles es la tortilla de patata en sus múltiples variantes: con cebolla, sin cebolla, calentita recién hecha, fría del día anterior, sola, acompañada de pimientos verdes… pero nada tiene que envidiarle un bocadillo de calamares de los aledaños de la Plaza Mayor de Madrid.
Muchos recuerdos me traen esos bocadillos grasientos de patas de cefalópodos, tomados en mi juventud. Las anillas quedaban para las raciones y las patas sumergidas en una masa espesa para que abultaran, fritos en un aceite de no se sabe cuantas frituras, metidos a presión con los dedos en un bollo de pan donde apenan cabían… en fin, un bocadillo falto de calidad y sanidad, pero que en aquella época me sabía a gloría y eran baratos. Los bares estaban llenos de militares, estudiantes… haciendo cola en el interior o en el exterior junto a un ventanuco por donde te vendían el bocadillo.
Cada Navidad, cuando me acerco a Madrid, me gusta pasear por la Plaza Mayor y como no, me acerco a uno de los bares de la calle Ciudad Rodrigo (antigua calle Nueva), que aún quedan abiertos, a saborear un bocadillo de calamares mientras camino lentamente por los puestos observando las figuritas de los belenes.
¡Que nostalgia!

Esta entrada fue publicada el 9 de enero de 2009 en nuestro blog Gastronomía con los cinco sentidos.
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